domingo, diciembre 18, 2011

Sin ubicación

No es fácil hablar de mapas y brújulas cuando has caminado los últimos años en veredas que no mencionaban en guías y has hecho todo lo que tus huesos gastados te han permitido para huirle al compromiso de sentirte arraigada a alguien o algo.
Has dejado sin hacer la cama de más de un cuarto ajeno cuando te has marchado por la mañana, como lo hacen las brujas. No entiendes de desayunos y comidas familiares porque tus cigarros los prefieres sola, en tu cuarto, o en un patio amplio donde nadie interrumpa la relación de tu boca con el papel tan puntualmente forjado que no cabría más aire entre las hojas de tabaco. Novios no, casarse menos. Lo que te has encontrado por tener eso tan claro ha sido más de lo que cabe en hojas, pero sigue. Camina, Minerva, que vas sola pero la estela la has dejado por todo el mundo, entre todas las hojas y las piedras, entre todas las nubes cirrus y stratus, entre todos los gatos de aquellas a las que dijiste que serías tú, a la noche siguiente de cada noche siguiente en sus vidas.

martes, febrero 02, 2010

Un cofre de piel

Sin aflojar la tierra, sin suponer lo que se sentirá del golpe al caer. Sin vestirse, sin cambiar la mueca última. Sin negociar con el barullo para evitar que, como siempre, distraiga. Sin titubear, sin colgarse de esperas disfrazándolas de acciones impostergables. Sin desesperar el tacto. Viéndolo todo, incluso lo que me fue dicho que, después de ti, sería imposible ver.

Ella se sabe morir, Rebeca.
Lo hace todo el tiempo, y su quejido es algo similar a lo que debe sonar el momento en que alguien ensordece.
Ella se muere todo el tiempo, y yo estoy aprendiendo a morir.

lunes, febrero 02, 2009

No es mi dentadura una postiza

A Rebeca.

En sus muslos caben uno a uno los dientes afilados de mi boca. Aquellos que a momentos, disponen de su fuerza para destazar por igual carne de cordero, pan con ajo y duraznos. Algo de esas comidas -que por demás han entrado en mí con mucho gusto- ha de quedar cuando me llega el turno de morderle la piel íntima a Rebeca. La piel que yo creo íntima. Es por eso que estoy convencida de que, a pesar que a ella nunca la lleve en mis viajes, regreso a su encuentro y la muerdo con tan fiera franqueza que sé que algo de lo que probé le sobrevive en su epidermis secreta incluso hasta meses después de haberle quitado los dientes de encima.

Conociéndome, hoy sé que si no he dejado de frecuentarle esos muslos es porque, más allá de lo bien que me hace sentir el saber que se dice de mí que poseo a una mujer que le dobla la belleza a cualquier diosa egipcia, me fascina hasta el punto de olvidar que eso es mentira (pues ella más que nadie se posee a sí misma), el hecho de poder probar en ella los restos de lo que me gusta comer más. Por eso yo ni le beso ni le muerdo ni le toco cuando algo que no me haya gustado me pasa por la boca. Y a esto sumo, el sabor emancipado del semen de cualquier hombre. Es así que yo le soy fiel. Porque en ella sólo conozco los sabores de lo que quiero siempre más.

domingo, enero 18, 2009

"Quintero, pueblo de romance y aventuras infinitas.."

Rebeca:

Hace más de cinco años, un hombre me habló de Quintero cuando bajamos al lobby de algún hotel, tras terminar nuestros intentos de intimar, con una plática acerca de lugares que cambian la existencia de los que necesitan algo que no puede ser nombrado.
No sé si fue el recuerdo de su torso bronceado (al que, por cierto, no me acerqué demasiado) o el hastío que a mí me llega de no estar aferrada a nadie, pero anoche he llegado a este pequeño punto de tierra que se aferra a seguir dormido en las costas chilenas, llamado Quintero; aquél hombre me dijo que aquí podía encontrar un buen amor, si no en alguna persona mínimo en sus paisajes. No cabe duda que la vida tiene sus olas y que muchas no entiendo porqué llegan, como hoy que después de tanta ausencia empecé a escribir dirigiéndome a ti, desde la orilla de un montón de arena que recibe el nombre de playa Los Enamorados.

Quisiera traerte aquí, y verte nadar donde la tierra se hace constantemente el amor con el agua, que cambia de tono como cambia cualquiera que se pueda decir enamorado al contacto con la piel de quien anhela. Pero para eso tendría que pasar por alto todo el dolor que generé en tu vida, y aunque en eso de ignorar pueda parecerte experta, sé que me sufriste tanto como sólo a lo que más cerca del corazón se lleva. Y hoy puedo decirte que no me he enamorado de nadie más, y que quien ha tenido mis abrazos seguramente ha ignorado la falta de convicción con que los he dado. Ya sabes cómo aprendí a fingir, aunque demasiado tarde. Yo estoy cantando nanas de tu nombre, todavía.

P.D. A que no adivinas la frase con la que se conoce esta comunidad: "Quintero, pueblo de romance y aventuras infinitas. Te llevo en mi alma y no se me olvida..." Yo ahí te llevo también, Rebeca.

-M. Strozzy, Quintero, Chile

lunes, diciembre 11, 2006

Quisiera extrañarla

Ya van muchas noches que me pasa lo mismo. Me despierto a las cuatro de la mañana -sin que mi intención sea esa- y lo primero que hago es ir hacia la ventana. Me paro sobre la cama y veo que afuera no pasa nadie. No hay una sola persona que se detenga frente a mi casa. No hay alguien que con una piedrita me avise que ya llegó para quedarse, aunque sea durante la noche. El pavimento se ve de un gris que más bien es blanco, igual que el cielo. Un blanco que a otra hora no existe. Que nadie me creería porque no hay nadie conmigo para verlo. Y entonces pienso que así es siempre, si no lo ven, no me creen que ahí está. Rebeca nunca me creyó, y pareciera como si finalmente me hubiera convencido a mí de que nunca existió lo que tanto le juraba.
Ese color de afuera me da frío. Para comprobar, pego mi frente al vidrio y dejo que me raje la cara lo helado que está. Me recuerda siempre a cuando de chica, en casa de mis papás en Roldanillo, Colombia, jugaba a pegar la lengua rápido al congelador. Me dolía pero lo seguí haciendo hasta que un día se descompuso y ya no enfrió. Pero aquí no parece suceder eso. Cada día el vidrio está más frío, y a pesar de haber sentido muchas veces lo mismo, regreso.
Estos días mi cama está más fría, pues aparte de que buscando cambios en mi cuarto, la acerqué a la pared, ya nadie duerme en ella más que yo. Y contarme ahí es como contar una figura de hielo que ya no se ve amenazada por el calor, a derretirse.
Después de un rato en la ventana me acuesto. No tengo sueño. Tengo ganas de extrañarla tanto porque me doy cuenta que nunca lo he hecho.

miércoles, abril 26, 2006

Tírame al río

No guardes mis cenizas cuando me muera. Tíralas al río, para que ya no me reconozcas en ellas. Llórale a mi recuerdo, a ver con qué tanto te quedas, a ver cuánto te dura.

sábado, marzo 18, 2006

Quedando mal

Encontré el siguiente texto en el departamento de Rebeca ayer, que como de costumbre, dormimos juntas. No le comenté nada porque me llenó de tristeza.. porque sé que es cierto lo que escribió...
"A través de las transparencias de la blusa de Mine se perdieron mis promesas de serle sincera por primera vez. Me fascina tanto que no pude evitar lanzarme sobre sus brazos y recordarle lo bella que se veía. Me había prometido que ésta vez esperaría a hacer esto hasta que ella me dijera cómo estaba, y no lo cumplí porque para mi, ella siempre está bien y dispuesta. unca me dice que algo le falta para yo dárselo.. Me había prometido confesarle que realmente la adoro y que es muy importante para mi.. que estoy orgullosa de ella, de su trabajo y sus errores. Que estoy pues, enamorada de ella.
A través de las transparencias de su blusa una lágrima que traté de cachar y esconder, la llenó de tanto frío que me abrazó como nunca había hecho antes.. pero sé que ella está a punto de dejarme y que no estoy preparada.. siempre.. siempre la voy a amar porque ella es quien ve todo lo que realmente guarda mi corazón cuando éste está herido.
"

-M. Strozzy